Oh calor intenso, rico y potente. Me hervia hasta las entrañas, y tu olor se metía en mis narices, tan profundo que llegaba a oler mis miedos. Miedos ajenos, encontrados entre revoloteo de mariposas. Mariposas que vuelan en un mar de matices, de colores y sabores, de todo tipo.
La primera vez, siempre única y especial, me recuerda como nuestras pieles se encontraron en un abrazo tan desconcertante que el tiempo yacía en un segundo innato, del cual desaparecía entre mis yemas. Aquellas encontradas en tu pelo, volviendo inmortal ese momento. Efímero como el calor que quema la hoguera, se apaga el fuego, se apaga el don de sentir. La primera vez, mágica, imperdible. Desaparece en la rutina. En la comodidad de nuestros días, de nuestras tormentas, y tu olor se vuelve un recuerdo más del ayer, aquel que deseo volver a vivir.
La primera vez, nunca se repite, siempre se espera, se anhela, se olvida. La primera vez, o la última.
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