El deseo de cambiar

Desde mis entrañas, muy profundo de mi ser encuentro el deseo de cambiar, de entender que es la vida, respuesta que he encontrado, cambio constante, impermanencia del ser.
Pero en este deseo, no me encuentro a mi, siendo quien quiero ser, sino luchando por no sufrir de mis propias derrotas, del dolor causado por mis expectativas. Expectativas que me digo a mi mismo, para que tenerlas si todo cambia, e imposible de saberlo. 
Aunque, de saber lo sabemos, en nuestras entrañas, nuestros instintos, nuestros corazones, sabios e immortales tienen la respuesta que andamos buscando. 
El problema es el dolor que sienten, ganas de huir de la superficie, de lo superficial, que nos daña, que nos duele. Pero que nos reconforta la soledad de amar más aquello que nos ama. 
Muy bonitas suenas, se leen estas palabras. Pero no es fácil, el sufrimiento en soledad es un mal que nos acontece a todos, la verdadera pandemia es la falta de amor propio, del desamor y del odio. 
Odio al ser humano, amor a la vida, sin entender que ser es vivir, y es gracias a la vida que podemos ser. Sentirnos vivos. Sentir la vida. 
Y es que nada de esto tiene sentido, cuanto más escribo más me rompo. En confusiones internas. Quiero cambiar, amo cambiar cambio. Pero eso que está ahí, a lo que me aferro, a lo que me causa sufrimiento. Lo abrazó con odio, sabiendo que no me lo merezco, pero que esté odio colectivo me hace sentirme propio del castigo autoasumido. Entre el hambre y la devolución de sentirme libre, me siento atrapado en este mismo deseo de cambiar. De controlar. De extorsión... Que putas somos? Es la esencia lo que me hace sentir pleno. Pleno.
A plena vista encuentro estas palabras sintiéndome en el pecho, tocando el lecho de mi muerte descubro paraísos inexistentes, creo que amor y el odio, lo elijo y lo protejo. Lo hago mío, cuando nada lo es. Odio, odio, y más odio. El poder de cambiar esto en amor, no hay más. A 

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Luis Jiménez Vásquez. Con la tecnología de Blogger.