Si yo solo quería danzar y sonreír libremente. Y en la pureza de existir, poder sentirme vivo y lleno de amor. Ilusionado por un sueño suave, que me motiva a despertar cada día.
Conforme fui creciendo, ese sueño se fue quedando sin plumas, sin suavidad... Lo que me hacía levitar suavemente empezó a darme la espalda, a agredirme, a darme cachetadas en la cara.
Lloré, y me rompió el corazón. Pero aún con lágrimas en los ojos me aventé a seguir, a no darme por vencido. Porque mis sueños son más grandes que mis creencias.
Malditas creencias, que no pude decidir forjar desde pequeño. Las mismas que fueron impuestas sin preguntar, si acaso yo quería nacer. Si eso era lo que quería, si me haría feliz. Yo no pedí nacer, pero acá estoy, al final nadie decide nacer.
Hoy, de grande, el amor que un día me tranquilizaba el alma hoy es lo que me mantiene despierto. Triste y solo, busco sin encontrar eso que alguna vez tuve y que no sé cuándo perdí.
Lloré tanto que las lágrimas dejaron de tener sentido. Como una roca fría, deje de sentir mis propios sentimientos. Me sentí tan solo, que la soledad se volvió mi último recurso, mi amiga.
Pero es ahí donde te encontré, amor puro, sabio, y doloroso. En la soledad te he encontrado aislado, sufriendo por errores que no has cometido, pero sin embargo son más tuyos que míos, porque somos imperfectos y ese es el precio a pagar.
Pero no es para morir, no es para nacer. Es para existir y decirte que acá dónde estoy abro mi alma a ti, quien lee esto para decirte que el amor no se ha ido, solo está dormido.
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