Me rindo, cedo a la batalla y acepto que es parte de existir, de ser quien soy, y no por que sea débil, sino porque se lo fuerte que soy.
Ya no queda más, este dolor deja memorias sentidas y permanentes, pero hoy elijo ser feliz y darme una vida placentera y amorosa.
Me rindo ante la vergüenza, ante el miedo, ante la idea de esperar ser perfecto para aceptarme, a mis historias.
Ya no les creo, me decido por mi futuro, y lo quiero limpio, sano, y amable. En mi vida hay creación y destrucción, pero no soy eso.
Soy yo, y solamente eso, nuestros miedos son sombras alimentadas por nuestros pensamientos, somos aire.
Aire que respira y suspira, que florece en el amanecer y descansa al anochecer, somos gloria, amor y abrazos.
Somos las caricias del ayer, nuestro cuerpo tiene memoria, y no olvida, pero hoy elijo amarlo, hoy elijo respetarlo.
La guerra ya terminó.
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